8.
EL DOLOR COMO OPORTUNIDAD PARA MADURAR.
Para finalizar
estos testimonios que, con su vida, han manifestado todo lo escrito en este
trabajo, quiero resaltar a Olga Bejano, pentapléjica durante más de veinte años
que ha escrito su tercer libro: “Los garabatos de Dios” en el que hace una
lúcida y vital reflexión sobre el sufrimiento y la felicidad. Éste es un
resumen de la entrevista que le hizo Sara Martín:
“Lleva más de dos
décadas sin poder hablar. Respira a través de un respirador artificial; se
alimenta con una sonda, ha sufrido casi doscientas neumonías durante este
tiempo, varias docenas de intervenciones quirúrgicas…¡sin duda es la mujer de
los récords!
La vida es
cada vez menos fácil para Olga Bejano, pero ha decidido continuar “trabajando”
y luchando para dar a conocer todo el potencial de la sabiduría que lleva
dentro. Después de haber escrito “Voz de Papel” y “Almas de color salmón” ambas
en la editorial Libros Libres, sale ahora a la luz su última obra, “Los
garabatos de Dios”, en la misma editorial. Con motivo de su publicación, Olga
ha concedido una entrevista en la que explica los porqués de esta obra, repasa
su situación actual y da razón de su esperanza en medio del dolor:
“-Lo primero, lo que todos quieren saber, la
pregunta que siempre surge en las fotos…¿Cómo estás?
- “Fatal, físicamente una neumonía cada semana
y psicológicamente muy cansada de luchar con la burocracia. Llevamos dos meses
sin enfermera y como soy una enferma de UCI, mi madre hace tres turnos ella
sola. Estoy encamada todo el día y casi incomunicada”-
En segundo lugar, enhorabuena por tu tercer
libro, y por todo el esfuerzo que ha supuesto. Dices en tu libro que el Cielo
te pidió “en sueños como quien no quiere la cosa” que escribieras otro libro
¿Cómo fue?
-“En
este libro explico cómo el Señor me ha ido enviando a lo largo de estos veinte
años, porciones de conocimiento y sabiduría. Estos maravillosos regalos,
eslabones de una misteriosa cadena, me han permitido abrir mi mente, madurar y
crecer espiritualmente. Al principio no era consciente de lo que el Señor
estaba haciendo conmigo y, ante la aparición de los regalos divinos, decía lo
que casi todos los mortales: “¡Qué casualidad! ¡Qué coincidencia!” hasta que
poco a poco me fui dando cuenta de que todas esas casualidades y coincidencias
no eran tales y que todas, toditas, todas venían del Cielo. El Cielo hace las
cosas más grandes de las maneras más sencillas y todos sentimos cuando un sueño
es diferente.”-
¿No quedaba suficientemente reflejada la
importancia que la religión tiene en tu vida en los otros dos libros? ¿Porqué
añadir más?
-“¡Ni
muchísimo menos! De toda mi evolución espiritual y religiosa he dicho lo que me
ha salido del corazón en cada momento, pero queda mucho en mi interior.”-
Ahora ya por fin ¿Tienes los deberes
cumplidos?
-“Eso
sólo Dios lo sabe, aunque a mí, trabajo no me falta, pero lo más importante ya
lo he hecho y lo he comprendido.-
La
relación con Dios que tienes ahora ¿Ha sido un regalo de tu enfermedad, o más
bien de tu experiencia cercana a la muerte?
-“Las
dos cosas van unidas: Para mí la enfermedad no es ningún regalo. Los seres
humanos somos materia y alma. La materia se puede deteriorar por muchas
circunstancias y si uno acepta la situación de forma positiva, puede ser una
oportunidad para crecer y madurar como persona humana y espiritualmente. Dios
me da otro tipo de regalos, poniendo en mi vida un equipo médico de cuidados
paliativos fabuloso, un montón de amigos que siempre están cuando los necesito,
mi familia, vosotros los lectores, etc.-
¿Deseas decir algo a tantas personas que
alrededor del mundo te conocen, te quieren y rezan por ti cada día, aunque
nunca te han visto personalmente?
-“Desearía
gritar que valoren la vida, que la sepan vivir sanamente, que vivan en paz y
sepan ser felices con lo que son y lo que tienen. Que aprendan a ser felices y
así sabrán hacer felices a los demás. No se puede dar lo que no se tiene.-
Enhorabuena por tu lucha, tu valentía y tu
ejemplo de coherencia ¿Cómo te gustaría terminar esta entrevista?
-
“Todos sabemos que lo peor de una enfermedad incurable es el principio y el
final. Mi “sprint” final, por muchos motivos, me está resultando muy difícil;
por eso pido oraciones en abundancia y a mis lectores siempre os estaré
agradecida porque habéis sido un estímulo para seguir viviendo al límite de lo
imposible”-
Creo que hasta
aquí he mostrado, como pequeñísimo ejemplo de todos aquellos que viven su dolor
unidos a la Cruz de Cristo, la importancia
que tiene el descubrimiento de la fe ante la realidad del sufrimiento,
que en algún momento castiga la vida del ser humano. Cómo nos recuerda San
Josemaría en el punto 73 de Surco:
“¡Qué
diferencia entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su
existencia vacía, expuestos como veletas a la “variabilidad” de las circunstancias;
y nuestra vida confianza de cristianos, alegre y firme, maciza, en razón del
conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino sobrenatural!”.
No dejemos que esos testimonios se queden en el olvido,
o sean anécdotas puntuales de algo que hemos leído en una tesis. Sino que, tomando
buena nota de lo que el Señor ha querido decirnos a través de ellos, gestionemos
mejor nuestro dolor.