29 de enero de 2015

Quiero pediros a todos que hoy, especialmente, recéis por mí; ya que cumplo la friolera cifra de sesenta años. Volviendo la vista atrás, he de reconocer que ha habido de todo; pero ese todo siempre ha contado con la Gracia de Dios y, por ello, ha sido camino de renuncia y mejora. Cada circunstancia y cada adversidad, han permitido que creciera en humildad, al darme cuenta de que nada estaba en mi mano; y que absolutamente todo, está en los planes de la Providencia. Y que, aunque a veces no los entendamos, ceemos firmemente, que son por y para nuestro bien. No puedo por menos que agradecer todos los bienes recibidos, y que son muchísimos: sobre todo, mi familia, que es un regalo del Cielo. No quiero olvidarme de todos vosotros; aquellos que me leéis y compartís conmigo la fe. Porque con vuestras oraciones y compartiendo en la lejanía la comunión de la Iglesia militante, formamos otra familia, de lazos en el Espíritu, que tiene un inmenso valor. Espero que continuemos mucho tiempo juntos, si esto está dentro de los proyectos de Dios. Un abrazo y hasta pronto.