EL DEBER CUMPLIDO
P
R O L O G O
Cuando mi editor me sugirió que
podía hacer un segundo libro de mis experiencias cotidianas y habituales, he de
confesaros que me dio un vuelco el corazón .Primero porque para mí
reencontrarme con vosotros es una satisfacción personal y segundo, el único
medio que tengo para agradeceros la deferencia al comprar y leer mi primer
ejemplar de “ A vosotras mujeres que como yo…”.
Creo firmemente que todos tenemos un
alma apostólica que duerme en nuestro interior, solo hace falta tomar
conciencia del tesoro que nos ha sido entregado y el deber que tenemos de
repartirlo entre nuestros semejantes.
Lo comparo a algunos países de
África poseedores de minas de brillantes
que la gente pisa sin darles importancia, por desconocimiento o bien por
costumbre, tratando las cosas maravillosas como si fueran vulgares.
Me aterrorizan todos los
subdesarrollos porque estoy convencida de que llevan a la indigencia, y creo
que es un sentimiento compartido por todos, incluidos los organismos
internacionales, que hay que subsanar las carencias materiales y culturales de
muchos países que están en esa tesitura.
Pero hay para mí una indigencia tan
peligrosa como las anteriores, promovida por una analfabetización religiosa de
la que nadie se ocupa, y es el subdesarrollo espiritual, motivo de la verdadera
falta de identidad personal.
Algo falla cuando al conectar el
televisor y escuchar las noticias compruebas que cada día el ser humano se rige
más por estímulos y sentimientos, la mayoría vengativos, que por esa libertad
fruto de saber elegir lo que más le conviene.
La irritabilidad que se respira en
el ambiente viene de la falta de paz interior al no encontrar respuestas frente
a la pérdida de rumbo en nuestras vidas.
Sabéis que para mí la brújula que
siempre marca el norte es el propio Cristo, el mismo de ayer, hoy y mañana;
inmutable frente a los acontecimientos, cuya vida nos demuestra a través de los
Evangelios, que no están escritos para ser interpretados en una época
determinada, sino que tienen sentido de intemporalidad. Que cualquier personaje
descrito tiene su homónimo en nuestros días; que nos habla a ti y a mí en
cualquier situación cotidiana.
Por eso me urge escribir, relataros
mis experiencias… contribuir a sanar vuestras almas heridas, fruto de las
batallas diarias. Y puedo aseguraros que si en algo lo consigo, diré para mis
adentros como el soldado cansado que muy bajito se repetía…” El deber cumplido
“.
I
N T R O D U C C I O N
Creo que me he puesto una meta muy
alta frente a un libro muy sencillo, pero estoy convencida que el problema no
radica tanto en intentar acertar un
disparo y que nos quede bajo, como en situar
la diana a pocos metros del suelo para no errar el tiro.
Quiero elevar vuestra visión
sobrenatural para que lleguéis a haceros preguntas que os obliguen a
contestaciones veraces, fruto de una búsqueda inquieta y curiosa.
No hay nada tan horrible como el
conformismo y la falta de vibración frente a maravillas tan comunes como una
puesta de sol, el simple vuelo de un pájaro o la sonrisa confiada de un niño.¡
Maravillas de Dios!.
Tal vez es que somos pianos
desafinados incapaces de lograr melodías armoniosas.
Todo está en función de algo, salvo
el ser humano, que es la única criatura querida por sí misma; somos únicos e
irrepetibles, por eso debemos luchar contra todo aquello que quiera privarnos
de nuestra identidad personal, sabiendo y aceptando que por el hecho de ser distintos amaremos al
Señor de formas diferentes.
Pertenecemos a Dios porque puso en
nosotros Su aliento de vida y nos lo recuerda con la frase bíblica-“ Eres mío y
te he llamado por tu nombre”- ¡ Qué gran responsabilidad!, sobre todo para mí
que deseo despertar de su letargo a los congéneres que se encuentran a mi lado,
susurrándoles al oído que sepan prescindir de lo prescindible y recordándoles
que el Señor sigue buscando amigos que se decidan a caminar junto a Él.