4 de julio de 2014

¡Segunda y tercera carta de san Juan!



SEGUNDA Y TERCERA CARTA DE SAN JUAN:  


  Estas dos cartas, por su brevedad, se designan como epístolas menores de san Juan, respondiendo  -en su estructura-  al modelo de las cartas de la época en el ambiente grecorromano: tienen al principio un protocolo  -con el nombre del remitente, los destinatarios y el saludo-  y al final, la despedida. El autor se presenta en ambas como “el Presbítero” y en la segunda se dirige a la “Señora elegida y a sus hijos”, expresión que es un modo figurado de designar a una iglesia local, muy probablemente de Asia Menor. La tercera va dirigida a un cristiano llamado Gayo, y quizás a través de él a un grupo de fieles.



   La gran difusión que, a pesar de su brevedad, tuvieron desde el principio, ha constituido un testimonio implícito de la autoridad de su autor; añadiéndose testimonios que desde los tiempos más antiguos atribuyeron esas cartas al Apóstol san Juan: Uno de ellos fue san Policarpo (156), que fue discípulo de Juan; otros como san Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandría las testificaron como tal. Pero en los primeros siglos también hubo quien puso en duda la autenticidad joánica de estas dos cartas, colocándolas Eusebio entre los “escritos discutidos” del Nuevo Testamento, aunque él no dudaba de su autenticidad. El origen de estas dudas surgió de un texto de Papías de Hierápolis (escrito el año 130) que mencionó a un tal Juan “el Presbítero” que pareció ser distinto de Juan “el Apóstol”.



   Las recomendaciones que hace el autor de las cartas, coincide con los temas tratados más ampliamente en 1 Jn: el amor fraterno y la observancia de los mandamientos, así como el cuidado que deben tener frente a los seductores. La tercera carta  va dirigida, como ya he dicho, a un cristiano llamado Gayo, del que no tenemos más noticias; aunque san Juan lo elogia por ser un verdadero cristiano, lo cual demuestra practicando la hospitalidad con los enviados del Apóstol. Esta actitud contrasta con la de Diotrefes, que debía ser el que dirigía aquella comunidad y que no aceptaba la autoridad del Apóstol, ni recibía a sus enviados. Se nombra también a un cierto Demetrio, probablemente el portador de la carta, que tiene el encargo de reemplazar a Diotrefes en el gobierno de la comunidad.



   Además de los testimonios de la Tradición, también las semejanzas de expresión y contenido de ambas cartas con la primera y con el cuarto evangelio, hablan a favor de la paternidad literaria de san Juan; conteniendo una serie de alocuciones e ideas características del Apóstol: “amar de verdad”; “conocer la verdad”; “permanecer en Cristo”; “poseer al Padre y al Hijo”; insistiendo en el amor fraterno y manifestando que el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos.