PRIMERA CARTA DE SAN
PEDRO:
Después
de la carta de Santiago, cuyos destinatarios estaban más vinculados a las
tradiciones judías, se encuentra la primera carta de san Pedro, un escrito
dirigido a los cristianos que mayoritariamente provenían de la gentilidad y que
viene a ser como un enlace entre Jerusalén (Santiago), Asia Menor (Pablo) y
Roma (Pedro). Muestra la misión y cohesión de la primitiva Iglesia en medio de
una sociedad alejada de Dios, enseñando lo que debe ser la presencia cristiana
en medio del mundo, y las consecuencias que lleva el Bautismo para los
cristianos que viven en un ambiente hostil; manifestándose, a lo largo del
escrito, que el Bautismo y la Cruz son
dos puntos de referencia constante.
La carta fue, desde
antiguo, reconocida unitariamente como canónica; encontrando ecos de ella en 1
Clemente (año 97), en la Carta a los Filipenses de san Policarpo y en san
Justino Mártir. También, san Ireneo de Lyon (finales del siglo II) la cita varias
veces atribuyéndola explícitamente a san Pedro. No es fácil descubrir en la
carta un esquema preciso, ya que los temas doctrinales se abordan al hilo de la
exhortación, pero con todo, la estructura podría ser la siguiente:
·
Saludo habitual (1,1-2) y un himno introductorio de
acción de gracias (1,3-12) en el que se habla de la dignidad del cristiano,
fundamento de la exhortación que sigue.
·
Cuerpo de la carta (1,13- 5,11) en el que aún, sin un
guión estricto, cabe distinguir tres secciones y unas exhortaciones finales:
1. La primera
sección (1,13-2,10) contiene elementos característicos de una catequesis
bautismal. Es una vibrante invitación a buscar la santidad, consecuencia de la
vocación recibida en el Bautismo, por el que el cristiano se hace miembro de un
pueblo sacerdotal, que es la Iglesia.
2. La segunda
(2,11-3,12) señala las diversas obligaciones de los cristianos en las
circunstancias hostiles en que viven: deben llevar una vida ejemplar pública y
privada, ante cristianos y ante extraños.
3. La tercera
(3,13-4,19) desarrolla la actitud que debe tomar el cristiano frente a las
persecuciones y contrariedades: el bautizado participa del misterio redentor de
Cristo.
4. Al final de
la carta (5,1-14) san Pedro dirige unas exhortaciones a los presbíteros y a
todos los fieles, animándoles a confiar en el Señor.
En el saludo inicial
de la carta aparece como remitente Pedro, “apóstol de Jesucristo” que, según se
dice más adelante, es también testigo de los sufrimientos de Cristo, y que la tradición,
desde antiguo, se la atribuyó al Apóstol. Poco sabemos de Pedro después de que
se marchara de Jerusalén, en los primeros años de expansión de la Iglesia;
salvo que estuvo un tiempo en Antioquía y de nuevo en Jerusalén, durante la
asamblea apostólica. Refiriéndolo Ga 2,11-14 y Hch 15,7-11, que también nos
cuentan que, posteriormente, estuvo al frente de la iglesia de Roma, donde
murió bajo el emperador Nerón.
Parece que la carta
fue compuesta hacia los años 57-58 y no se descarta que fuera redactada por
Silvano, compañero de Pablo en la evangelización de Asia Menor -también llamado Silas- o algún otro discípulo que recogiera la
enseñanza de san Pedro. 1 Pedro está dirigida a comunidades cristianas que
vivían en diversas regiones de Asia Menor y que se desenvolvían en ambientes
adversos a la fe, lo que podría suponer un peligro para los fieles que eran la
primera generación de cristianos, en aquella región, conversos del paganismo y
que hacía poco que habían abrazado la fe a través del Bautismo.
En la despedida
indica que fue escrita en “Babilonia”, que es como simbólicamente se describía
a Roma, la capital del Imperio. El objetivo fundamental del Apóstol parece que
fue el de consolidar y exhortar a los cristianos a mantenerse fieles y firmes
en la fe, en medio de las dificultades y persecuciones, recordándoles las
consecuencias de la vocación a la que han sido llamados al recibir el Bautismo.
La carta trata los siguientes temas:
·
Las persecuciones: Las circunstancias concretas que motivaron esta carta fueron,
seguramente, las persecuciones, que eran pruebas de todo tipo: calumnias,
injurias, insultos, hasta el punto de que san Pedro llaga a afirmar que se
encuentran como en un incendio de sufrimientos que sabe que puede hacerles
vacilar. La carta tiene unos claros acentos de consuelo y exhortación -aunque no es probable que se refiera todavía
a las persecuciones oficiales que posteriormente se vivieron con Nerón,
Domiciano y Trajano- recordándoles que las contrariedades que soportan no son
inútiles, sino que sirven para purificarles y que los padecimientos -a imitación de Jesucristo- atraerá muchos bienes, por su fidelidad y
ejemplo. En la carta, Pedro desarrolla una idea profunda y consoladora: el
cristiano está incorporado a Cristo y participa del misterio pascual; lo mismo
que Jesucristo para redimir a los hombres ha sufrido la pasión y la muerte,
resucitando después a una vida imperecedera, también los cristianos alcanzarán
su salvación y la de muchos otros, a través de las contradicciones. Jesucristo
es el modelo y también el que da plenitud de sentido a las persecuciones que
sufre el cristiano.
·
El Bautismo: Aunque
explícitamente sólo mencione el Bautismo en una ocasión, Pedro alude repetidas
veces a este sacramento por el que se realiza la incorporación a Jesucristo y
al comienzo de una vida nueva. A través de alusiones es posible descubrir
elementos de la liturgia bautismal y de la catequesis que se impartía a quienes
se acercaban al Bautismo. Pudiendo destacar tres aspectos de su enseñanza:
1. El Bautismo
lleva consigo un nuevo nacimiento: Hemos
sido engendrados de nuevo de un germen incorruptible y debemos vivir con bondad
y sencillez, alimentándonos espiritualmente de la Palabra de Dios y de los
Sacramentos.
2. El Bautismo
supone la liberación del pecado: Los
cristianos han roto con el pecado y han pasado de la esclavitud a la libertad
de los hijos de Dios, porque han sido rescatados con la sangre preciosa del
Cordero de Dios: Jesucristo. Muchas referencias nos recuerdan al Éxodo de los
israelitas de la tierra de Egipto, como prefigura de la liberación operada en
el bautismo.
3. El Bautismo
efectúa la salvación, prefigurada también en Noé: El agua por sí sola sirve para quitar la suciedad del
cuerpo, mientras que el bautismo limpia el alma del pecado original y de
cualquier otro pecado.
·
Otros aspectos doctrinales: Sobre la base de la catequesis bautismal, la carta
recoge otros puntos doctrinales importantes para que los cristianos se
mantengan firmes en la fe, señalando la actividad de las tres Personas Divinas,
la divinidad de Jesucristo y su obra redentora. Así, como la presencia
constante de la Iglesia manifestada en la unidad de los cristianos, piedras
vivas del edificio espiritual cuya piedra angular y fundamental es Cristo: Son
el nuevo pueblo sacerdotal que Dios ha constituido, donde el Señor es el Pastor
Supremo y donde los presbíteros han de dirigir a las almas con desinterés y
amor. Habla también de esperanza, como signo distintivo de los creyentes, que
han de estar prontos a dar razón de ella con una vida ejemplar. Finalmente, la
referencia a la predicación de Jesús a los espíritus cautivos es un texto
importante para la doctrina del descenso del Señor a los infiernos, testimonio
de la universalidad de la Redención.