Evangelio según San Lucas 21,5-11.
Y
como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas
piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
"De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
"De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
COMENTARIO:
El Señor en
este Evangelio de Lucas recuerda a sus discípulos, que estaban admirando la
belleza del Templo de Jerusalén, que la importancia de su fe reside en su amor
a Dios; en la fidelidad a su Palabra, independientemente de los sucesos que les
rodeen y de las tribulaciones que les toquen vivir. Que llegarán unos días en
que será imprescindible conocer en profundidad la verdad del mensaje cristiano,
porque si no hemos interiorizado su doctrina y no hemos acudido a la luz de la
razón para entender qué nos ha querido decir el Señor a lo largo de la historia
de la salvación, seremos fáciles presas de aquellos servidores del diablo que
saben, con gran facilidad, tergiversar las palabras.
Son muchos los
que, como aquellos marineros que acompañaron a Ulises en su viaje, han
sucumbido a los cantos de sirenas que conseguían adormecer su voluntad y
terminar con su vida. Como ellos, otros han abandonado la nave segura de la
Iglesia para ir a conocer, en pequeñas pateras, mares embravecidos que les han
hecho naufragar: filosofías materialistas; sistemas marxistas; sociedades
capitalistas; cada uno con promesas de placer y libertad para el hombre que, en
cuanto está bajo su dominio, pierde el verdadero sentido de la libertad; ésa
que es capaz de escoger el bien costoso, porque le perfecciona como ser humano
y lo libera de la esclavitud del pecado y de la tiranía de sus bajas pasiones.
Todas esas voces que claman para que las sigamos, erigiéndose como pequeños
dioses a los que debemos honor y pleitesía: el consumir; el aparentar; el todo
vale; el fin que justifica cualquier medio; el utilizar al ser humano, porque
se ha convertido en un animal y ha perdido la dignidad de persona…Avisados
estamos de que ahí, justamente ahí, no vamos a encontrar ningún tipo de
felicidad. Que todas estas actitudes que promueven que el hombre se considere
un lobo para el hombre y que, consecuentemente, acaban con luchas, guerras y
revoluciones, sólo serán, por la Providencia divina, en camino y medio para que
nosotros fortalezcamos nuestra fe.
Hemos de
contribuir con Cristo, porque Cristo ha querido hacernos partícipes de su
Redención, a ayudar a los demás para que puedan abrir su mente y su corazón al
Espíritu de Dios. Él, y sólo Él, dará al hombre el verdadero sentido de su
vocación y le permitirá iluminar la oscuridad que los servidores de Satanás han
sembrado en la tierra. Y, como siempre, Jesús nos vuelve a recordar que no
sabemos el día ni la hora en que llegará triunfante para implantar su Reino,
que no tendrá fin, y juzgar a vivos y muertos. Pero que esa espera no debe
quitarnos la paz porque, aunque lo olvidamos con mucha facilidad, su Reino ya
se encuentra entre nosotros; y cualquier momento puede ser el escogido, para
reunirnos en su Presencia.
La vida
solamente tiene una seguridad, y es la muerte; porque no se puede salir de ella
de ninguna otra manera. Y, aunque hagamos esfuerzos para olvidarlo, el Señor
nos estará esperando para preguntarnos por la cantidad de amor que llevamos en
las maletas que hemos preparado para nuestro viaje final. Somos esos
trabajadores de la viña, a los que Dios llamó para que la cuidaran en su
ausencia; y cuando quiera requerirnos a su presencia, hemos de estar dispuestos
a presentarle los frutos que hemos conseguido con las semillas de la fe, la
comprensión y la esperanza en la Resurrección.