SABIDURÍA:
Este libro,
que en la tradición eclesiástica latina se denomina “Libro de la Sabiduría”, en
las Iglesias orientales se ha llamado “Sabiduría de Salomón” a pesar de que no
lo menciona nunca, pero se supone que se le atribuyó por el prestigio que tenía
como rey sabio. La Iglesia católica lo ha considerado inspirado y canónico, al
contrario que los reformadores protestantes del siglo XVI, que siguiendo la
norma judía, decidieron no incluirlo en el canon. El libro se estructura en
tres partes:
I-
Primera parte: La Sabiduría y el destino del hombre
(1,1-6,21) Muestra como la rectitud de conducta y la felicidad en la vida
presente estriban en cumplir, bajo la guía de la Sabiduría divina revelada, la
voluntad de Dios.
II-
Segunda parte: Naturaleza y función de la Sabiduría
(6,22-9,18) Trata de cual es la Sabiduría que conduce a Dios y cómo adquirirla;
para ello presenta a Salomón como poseedor de la Sabiduría.
III-
Tercera parte: Acción de la Sabiduría en la
historia (10,1-19,22) Desarrolla una amplia visión de la Providencia y de
las acciones divinas en la historia de Israel.
IV-
Conclusión (19,22) Reconocimiento de los beneficios
divinos a Israel.
Aunque el
libro no da referencia de su datación, se sitúa con posterioridad al año 200 a.
C. puesto que su contenido parece reflejar la situación que vivía la numerosa
colonia judía en Alejandría, de Egipto, en esa época;
ya que, a pesar de que se mantenían insertos en la tradición de sus
antepasados, la cultura helénica impregnaba la vida de las ciudades del Delta
del Nilo.
El libro
de la Sabiduría fue originariamente escrito en el griego común de las personas cultas de la ciudad del Bajo
Egipto, helenizado tras la conquista de Alejandro Magno (siglo IV a. C.). De su
contenido se deduce claramente que su autor fue un judío de la diáspora en
Egipto, buen conocedor de la cultura helénica pero en abierta polémica contra
el politeísmo. Formado en la tradición de Israel, que ve en el éxodo la mano
poderosa de Dios y el castigo implacable de los idólatras, vertió el legado
religioso israelita en el lenguaje de la cultura griega, sin perder contacto
con la revelación del Antiguo Testamento;
más en concreto, con la tradición sapiencial de Israel, con la cual se
propone entroncar.
La intención principal del autor del libro es hacer el elogio de la Sabiduría en
la profunda fe en el Señor, el Dios uno y único del Antiguo Testamento, y así
esta visión de fe conduce al autor sagrado a hacer, no sólo el encomio de la
sabiduría como virtud -que sería lo
específicamente griego- sino, más allá
de esa perspectiva, presentar la sabiduría como un atributo divino,
personalizado a nivel literario. A diferencia de Proverbios, no nos encontramos
en Sabiduría con colecciones de sentencias, más o menos unidas, sino con un
desarrollo bien estructurado y armónico, en el que se conjugan el legado
sapiencial del Antiguo Testamento, la interpretación de la Historia Sagrada
como providencia divina, y el aprovechamiento crítico de las aportaciones de la
razón humana aprendidas en lo más selecto de la cultura helénica.
El libro presenta en su conjunto una
advertencia y una puesta en guardia contra el desvarío de la idolatría y del
ateísmo, recordando que Dios comunica la sabiduría al hombre que se encuentra
en buenas disposiciones; por lo demás, el contenido teológico de sabiduría es
tan rico que abarca los temas mayores de la Revelación y del pensamiento humano:
Dios, el mundo, el hombre, la creación, el gobierno y providencia de Dios sobre
las criaturas, la Revelación divina: natural y sobrenatural, la vida y la
muerte, el más allá, la retribución en la tierra y en la otra vida, las
virtudes morales, etc. Toda esta enumeración de temas creo que es suficiente
para que os hagáis una idea de la densidad doctrinal de este escrito. Sin
embargo, conviene destacar, que el legado del libro a la Revelación del Antiguo
Testamento es ahora fecundado y expresado con modos y conceptos de la cultura
griega; mostrando este hecho cómo Dios asume las culturas humanas para
comunicarse con los hombres, como premisa del Nuevo Testamento que, escrito en
griego, traspasará las limitaciones culturales judías y se situará en el ámbito
de la civilización grecorromana.
Sabiduría tiene, a su vez, dos aportaciones
“nuevas” e imprescindibles para comprender el mensaje del Nuevo Testamento:
·
La
clara distinción entre alma – espíritu y
el cuerpo, en la antropología.
·
La percepción y creencia firme en la vida del
más allá de la muerte corporal, con la consiguiente inmortalidad del espíritu.
La causa de esa apertura está en que la
antropología semítica era unitaria pero poco precisa, mientras que la griega,
más inclinada al dualismo platónico, sirvió para acercarnos a las puertas del Nuevo
Testamento donde el Hijo de Dios encarnado nos revela la plena realidad de lo que
es el hombre.
Desde muy antiguo, la Iglesia ha sacado
provecho de las enseñanzas del libro de la Sabiduría, citándolo con frecuencia,
y aunque el Nuevo Testamento no incluye ninguna cita expresa del libro, se
vislumbra su doctrina en bastantes pasajes del Evangelio de san Juan y en las
cartas de san Pablo. El judaísmo y buena parte del protestantismo, al excluir
Sabiduría del canon, se han visto privados de un doble tesoro espiritual: de un
lado la aportación de una obra que por su cercanía en tiempo y cultura al Nuevo
Testamento hace comprender mejor el paso del Antiguo al Nuevo, así como el
progreso de la Revelación. Y de otro, el talante de apertura intelectual del
libro, abierto a todo logro verdadero y sincero de la mente y el corazón
humanos, reconociendo así el valor de la recta razón que, iluminada por la fe,
puede adentrarse en los misterios de Dios y del mundo.