EL CANTAR DE LOS CANTARES:
Aquí nos
encontramos con un libro desconcertante y paradójico. Desconcertante por qué no
nombra a Dios, ni trata de los temas que recorren el Antiguo Testamento: La
Ley, la Alianza, la Promesa, la Salvación, etc., y a pesar de ello se cuenta
entre los más comentados de la historia de la Iglesia. El Cantar de los
Cantares hace sentir al lector la atracción mutua experimentada por dos jóvenes
enamorados, y la ansiedad por el encuentro; expresando, mediante el uso de
metáforas, a veces atrevidas, la belleza
de ambos jóvenes de manera que impacta al lector. El tema del libro es el amor, el amor humano
entre los esposos que utilizan un vocabulario que recuerda, más de una vez, al
de los profetas cuando hablan de las relaciones entre Dios y su pueblo. Por eso
la tradición ha interpretado siempre el amor descrito en el Cantar como un
trasunto del amor entre Dios y el hombre, y es de ahí de donde ha radicado la
grandeza del libro: de la misma manera que los hombres tenemos un solo corazón
para querer a Dios y a los demás, tenemos también un único lenguaje para
expresar el amor humano y el amor de Dios. Y ese lenguaje, en el Cantar, se
hace Palabra de Dios.
El
Cantar es un enigma para todos, aunque hay dos cosas que aparecen claras: en
que se habla del amor entre el hombre y la mujer; y en las continuas alusiones
a la alianza esponsal entre Dios e Israel. En cuanto al género literario, se ha
pensado que se trata de una composición dramática, o que se encuentra dentro
del género cínico, pero en realidad no se puede encuadrar en ninguna, ya que lo
más probable es que estemos ante cantos de amor de diversas procedencias -imágenes pastoriles, la boda de Salomón o de
algunos reyes, etc.- que han sido
reunidos por el autor, quien, con ligeros cambios, los ha dotado de un cierto
argumento y de una consistencia que no han conseguido borrar del todo la
diversidad originaria.
Algunos retratos poéticos de la amada, y
otros motivos presentes en el Cantar, son muy semejantes a otros cantos de amor
procedentes de Egipto y Siria de los siglos XIV ó XIII a. C. Parece que la
tradición israelita conocía estos epitalamios, y es posible que el autor haya
resumido diversos cantos del patrimonio poético de Israel, repitiendo motivos y
desarrollando la acción.
La protagonista del Cantar es la amada que
busca al amado y que pasa por diversas
pruebas para llegar a la comunión con él. El amado se caracteriza por su
fidelidad y porque, al final del poema, es conquistado por la amada; donde las
imágenes y las comparaciones de los amantes, evocan las imágenes bíblicas que
hacen que nos encontremos ante una alegoría que expresa, en forma poética, la
alianza esponsal entre Dios y su pueblo, anunciada por los profetas. Toda la
tradición cristiana y judía, ha interpretado
el Canto en sentido espiritual: el amado es Dios, o Jesucristo y la
amada es Israel, la Iglesia o el alma. De acuerdo con los temas que desarrolla
se estructura de la siguiente manera:
I-
Título prólogo
(1,1-4): Indica el movimiento del poema. Es la amada quien toma la iniciativa.
II-
Primer poema: Encuentro (1,5-2,7) La amada va en busca
del amado, ambos se encuentran y se cantan recíprocamente.
III-
Segundo poema: Celebración del amor (2,8-3,5) En el
marco de la primavera, los amantes celebran su amor.
IV-
Tercer poema: Día de bodas (3,6-5,1) Es el poema
central y describe el día de la boda del rey Salomón.
V-
Cuarto poema: Celebración del amado (5,2-6,3) La amada
toma la palabra para cantar la singularidad del amado: Él es único.
VI-
Quinto poema: Celebración de la amada (6,4-8,4) Ahora
es el amado quién toma la palabra para cantar la singularidad de la amada: Ella
es única.
VII-
Epílogo (8,5-7): Se canta al amor, que tiene origen
divino.
VIII-
Apéndices (8,8-14): Estos versos parecen unos
añadidos, donde la amada expresa el deseo de decidir lo que debe hacer para
proteger su amor.
En este
resumen enigmático se percibe la unidad de acción de todo el Cantar. El libro
comienza evocando el deseo que la amada tiene del amor del amado, saliendo en
su busca y terminando con la unión entre ambos; el amado apasionado con la
amada, y ésta, proclamando la perennidad de su amor. A un conocedor de la
historia bíblica no le resulta difícil descubrir entre las líneas del Cantar de
los Cantares, la relación amorosa de Dios
con su pueblo en la época que sigue al destierro de Babilonia. Israel es
la amada que busca a su Dios, aunque no siempre ha sido solícita con Él; pero
ahora la amada Israel, ha pasado la prueba del destierro que la ha purificado
y, renovada, anhela ardientemente el momento de paz en el que pueda celebrar la
unión inquebrantable con su amor.
A pesar de que se dice que el autor del
libro es Salomón, éste siempre habla en tercera persona y en Cantares se
encuentran expresiones griegas y persas que suponen una época de composición
mucho más tardía. La atribución del libro a Salomón, como en el caso de
Qohélet, Proverbios y Sabiduría, pudo fundarse en la tradición bíblica que
tenía ese rey como icono de la sabiduría. El Cantar es un poema de esperanza:
la comunión entre los esposos es un signo de la
comunión de alianza entre Dios y su pueblo; así como la exultación y la
alegría del novio y la novia son signo de la restauración de Israel que quiere
ser fiel a su Dios, y de Dios que se apasiona con su pueblo. Por eso, podemos
pensar que el Cantar de los Cantares recibió su unidad en los siglos V ó IV a.
C. como aliento a los hombres piadosos en la época de la restauración.
El Cantar manifiesta que los movimientos del
amor no son solamente impulsos del alma humana, sino que tienen su origen en el
querer de Dios; mostrando que el amor ha sido inscrito por el Señor en lo más
íntimo del ser del hombre: por eso es perdurable y se sobrepone a cualquier
realidad creada. Hablando el libro del amor esponsal, monógamo e indisoluble:
el amado es único, la amada es única y cada uno es un sello en el corazón del
otro; ya que así fue creado el hombre en un principio antes del pecado,
evocando al paraíso terrenal y sugiriendo que ese amor exclusivo es capaz de
redimir la maldición del pecado.
A la luz del Nuevo Testamento la Iglesia ha
encontrado diversos significados: el primero es el mencionado anteriormente,
donde el amado, el esposo, es Cristo; y la esposa, es la Iglesia o el alma
cristiana. Otra respuesta más antropológica, fue dada por san Gregorio de Nisa:
éste situaba a la esposa como la
naturaleza humana, o el alma, que se siente llamada por el esposo, el Verbo, a
embellecerse y perfumarse con las virtudes para acceder al amado, unión que se
da en los Sacramentos -especialmente en la Eucaristía- y que representa el éxtasis de la comunión.
Prácticamente, cada alma que ha querido ilustrar el camino hacia la unidad con
Dios, ha encontrado en las expresiones del Cantar el mejor modo de hacerlo.