15 de julio de 2013

¡El cantar!



EL CANTAR DE LOS CANTARES:

Aquí nos encontramos con un libro desconcertante y paradójico. Desconcertante por qué no nombra a Dios, ni trata de los temas que recorren el Antiguo Testamento: La Ley, la Alianza, la Promesa, la Salvación, etc., y a pesar de ello se cuenta entre los más comentados de la historia de la Iglesia. El Cantar de los Cantares hace sentir al lector la atracción mutua experimentada por dos jóvenes enamorados, y la ansiedad por el encuentro; expresando, mediante el uso de metáforas, a veces atrevidas,  la belleza de ambos jóvenes de manera que impacta al lector.  El tema del libro es el amor, el amor humano entre los esposos que utilizan un vocabulario que recuerda, más de una vez, al de los profetas cuando hablan de las relaciones entre Dios y su pueblo. Por eso la tradición ha interpretado siempre el amor descrito en el Cantar como un trasunto del amor entre Dios y el hombre, y es de ahí de donde ha radicado la grandeza del libro: de la misma manera que los hombres tenemos un solo corazón para querer a Dios y a los demás, tenemos también un único lenguaje para expresar el amor humano y el amor de Dios. Y ese lenguaje, en el Cantar, se hace Palabra de Dios.

   El Cantar es un enigma para todos, aunque hay dos cosas que aparecen claras: en que se habla del amor entre el hombre y la mujer; y en las continuas alusiones a la alianza esponsal entre Dios e Israel. En cuanto al género literario, se ha pensado que se trata de una composición dramática, o que se encuentra dentro del género cínico, pero en realidad no se puede encuadrar en ninguna, ya que lo más probable es que estemos ante cantos de amor de diversas procedencias  -imágenes pastoriles, la boda de Salomón o de algunos reyes, etc.-  que han sido reunidos por el autor, quien, con ligeros cambios, los ha dotado de un cierto argumento y de una consistencia que no han conseguido borrar del todo la diversidad originaria.

   Algunos retratos poéticos de la amada, y otros motivos presentes en el Cantar, son muy semejantes a otros cantos de amor procedentes de Egipto y Siria de los siglos XIV ó XIII a. C. Parece que la tradición israelita conocía estos epitalamios, y es posible que el autor haya resumido diversos cantos del patrimonio poético de Israel, repitiendo motivos y desarrollando la acción.

   La protagonista del Cantar es la amada que busca  al amado y que pasa por diversas pruebas para llegar a la comunión con él. El amado se caracteriza por su fidelidad y porque, al final del poema, es conquistado por la amada; donde las imágenes y las comparaciones de los amantes, evocan las imágenes bíblicas que hacen que nos encontremos ante una alegoría que expresa, en forma poética, la alianza esponsal entre Dios y su pueblo, anunciada por los profetas. Toda la tradición cristiana y judía, ha interpretado  el Canto en sentido espiritual: el amado es Dios, o Jesucristo y la amada es Israel, la Iglesia o el alma. De acuerdo con los temas que desarrolla se estructura de la siguiente manera:

I-                   Título  prólogo (1,1-4): Indica el movimiento del poema. Es la amada quien toma la iniciativa.
II-                Primer poema: Encuentro (1,5-2,7) La amada va en busca del amado, ambos se encuentran y se cantan recíprocamente.
III-              Segundo poema: Celebración del amor (2,8-3,5) En el marco de la primavera, los amantes celebran su amor.
IV-             Tercer poema: Día de bodas (3,6-5,1) Es el poema central y describe el día de la boda del rey Salomón.
V-                Cuarto poema: Celebración del amado (5,2-6,3) La amada toma la palabra para cantar la singularidad del amado: Él es único.
VI-             Quinto poema: Celebración de la amada (6,4-8,4) Ahora es el amado quién toma la palabra para cantar la singularidad de la amada: Ella es única.
VII-           Epílogo (8,5-7): Se canta al amor, que tiene origen divino.
VIII-        Apéndices (8,8-14): Estos versos parecen unos añadidos, donde la amada expresa el deseo de decidir lo que debe hacer para proteger su amor.

   En este resumen enigmático se percibe la unidad de acción de todo el Cantar. El libro comienza evocando el deseo que la amada tiene del amor del amado, saliendo en su busca y terminando con la unión entre ambos; el amado apasionado con la amada, y ésta, proclamando la perennidad de su amor. A un conocedor de la historia bíblica no le resulta difícil descubrir entre las líneas del Cantar de los Cantares, la relación amorosa de Dios       con su pueblo en la época que sigue al destierro de Babilonia. Israel es la amada que busca a su Dios, aunque no siempre ha sido solícita con Él; pero ahora la amada Israel, ha pasado la prueba del destierro que la ha purificado y, renovada, anhela ardientemente el momento de paz en el que pueda celebrar la unión inquebrantable con su amor.

   A pesar de que se dice que el autor del libro es Salomón, éste siempre habla en tercera persona y en Cantares se encuentran expresiones griegas y persas que suponen una época de composición mucho más tardía. La atribución del libro a Salomón, como en el caso de Qohélet, Proverbios y Sabiduría, pudo fundarse en la tradición bíblica que tenía ese rey como icono de la sabiduría. El Cantar es un poema de esperanza: la comunión entre los esposos es un signo de la  comunión de alianza entre Dios y su pueblo; así como la exultación y la alegría del novio y la novia son signo de la restauración de Israel que quiere ser fiel a su Dios, y de Dios que se apasiona con su pueblo. Por eso, podemos pensar que el Cantar de los Cantares recibió su unidad en los siglos V ó IV a. C. como aliento a los hombres piadosos en la época de la restauración.

   El Cantar manifiesta que los movimientos del amor no son solamente impulsos del alma humana, sino que tienen su origen en el querer de Dios; mostrando que el amor ha sido inscrito por el Señor en lo más íntimo del ser del hombre: por eso es perdurable y se sobrepone a cualquier realidad creada. Hablando el libro del amor esponsal, monógamo e indisoluble: el amado es único, la amada es única y cada uno es un sello en el corazón del otro; ya que así fue creado el hombre en un principio antes del pecado, evocando al paraíso terrenal y sugiriendo que ese amor exclusivo es capaz de redimir la maldición del pecado.

   A la luz del Nuevo Testamento la Iglesia ha encontrado diversos significados: el primero es el mencionado anteriormente, donde el amado, el esposo, es Cristo; y la esposa, es la Iglesia o el alma cristiana. Otra respuesta más antropológica, fue dada por san Gregorio de Nisa: éste situaba  a la esposa como la naturaleza humana, o el alma, que se siente llamada por el esposo, el Verbo, a embellecerse y perfumarse con las virtudes para acceder al amado, unión que se da en los Sacramentos           -especialmente en la Eucaristía-  y que representa el éxtasis de la comunión. Prácticamente, cada alma que ha querido ilustrar el camino hacia la unidad con Dios, ha encontrado en las expresiones del Cantar el mejor modo de hacerlo.