11 de mayo de 2013

¡Nadie nos la podrá quitar!

Evangelio según San Juan 16,20-23a.

En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo.
La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura se olvida de las angustias por su alegría tan grande; piensen: ¡un ser humano ha venido al mundo!
Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo.
Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre se lo concederá.



COMENTARIO:


  Vemos que en este capítulo del Evangelio de Juan, el Señor utiliza la imagen de la mujer que va a dar a luz para que sus apóstoles puedan comprender el dolor profundísimo que van a tener que soportar cuando Jesús sea apresado y muerto en una cruz; así como la persecución que sobrellevarán por su causa. Pero igual que en el parto la última contracción da paso a la alegría, los discípulos se llenarán de gozo cuando vean a Cristo resucitado y comprendan que la Palabra se ha cumplido y la muerte ha sido vencida en la Redención del Señor.


  Este ejemplo que Jesús utiliza para expresar el sentimiento que pronto embargará a los suyos, preparándolos para sobrellevarlo mejor y encontrar el verdadero sentido, ha sido un texto muy frecuente en el Antiguo Testamento, donde los profetas hablaban del alumbramiento del pueblo mesiánico; por eso el Señor lo trae a colación al llegar el momento del cumplimiento de la Escritura Santa.
“Por eso, mis entrañas se llenaron de espasmos
Dolores como de parturienta se apoderaron de mí.
Me he turbado al oírlo,
Me he espantado al verlo” (Is 21,3)

“Como la mujer encinta próxima al parto
Se retuerce y grita por sus dolores,
Así estuvimos delante de Ti, Señor” (Is26,17)

“Dolores de parturienta le vendrán:
Él es un hijo torpe,
Que cuando llega su tiempo
No se pone a la salida del vientre materno” (Os 13,13)

“Ahora ¿Porqué gritas tan fuerte?
¿No tienes rey?
¿pereció tu consejero
Y te atenaza un dolor como de parturienta?
Retuércete y chilla,
Hija de Sión, como mujer en parto,
Pues ahora vas a salir de la ciudad,
Habitarás en descampado
E irás hasta Babilonia.
Allí serás liberada,
Allí el Señor te redimirá
De manos de tus enemigos” (Mi 4,9-10)


  Ya veis como Jesús aprovecha los textos de los profetas como Miqueas, Oseas, Isaías o Jeremías para recordar que, como habían anunciado, ha llegado el momento del verdadero nacimiento del Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia de Cristo. Y que, justamente como se lee en sus líneas, este nacimiento comporta dolores intensísimos del propio Cristo, porque sólo por su entrega libre y amorosa es posible que el Reino de Dios fructifique en la tierra.


  Pero no engaña a aquellos que le siguen, al recordarles que también deberán pasar por el sufrimiento cristiano si, de verdad, desean formar parte, como hijos de Dios en Cristo a través del Bautismo, de ese Pueblo. Ahora bien, igual que la madre sobrelleva el dolor con alegría porque sabe que su fin es dar paso a una nueva vida, nosotros  –al igual que aquellos primeros discípulos- nos veremos compensados por el gozo del encuentro con Jesús resucitado. Y esa alegría, fruto de la certeza y el amor de los que formamos parte del Cuerpo de Cristo, nadie nos la podrá quitar.