CRÓNICAS:
Los libros de Crónicas recogen
la historia del pueblo de Israel, desde Adán hasta la cautividad en Babilonia.
Su contenido se centra en los episodios relacionados con la edificación del
Templo de Jerusalén, y la organización del culto que se ofrecía allí.
Pasaremos a enumerar las
siguientes partes:
I-
Genealogías anteriores a la monarquía (ICro1,1-9,44)
se resume la historia de la humanidad desde Adán hasta Saúl, mediante
genealogías.
II-
El reinado de David (ICro10,1-29,30) Comienza con la
muerte de Saúl. Se centra en la figura de David y se detiene en los
preparativos para la construcción del Templo.
III- Reinado de
Salomón (2Cro1,1-9,31) Se le describe lleno de sabiduría y riqueza y se narra la
edificación del Templo.
IV-
Los Reyes de Judá (2Cro10,1-35,27) Sin detenerse en
los reinos del Norte, pasa revista a los reyes de Judá.
V-
Final del Reino de Judá (2Cro36,1-1-23) Da noticia
del final del Reino, del Edicto de Ciro y de la restauración del Templo.
1 y 2 Crónicas recogen datos de otros escritores más antiguos y los
complementa con tradiciones orales. Sus fuentes fueron escritos sagrados,
apoyados en datos de Génesis, Éxodo, Números…etc. También recopiló información
de fuentes oficiales, como el Libro de los Reyes de Israel y Judá o el libro de
los Reyes de Israel, entre otros; así como de todas aquellas fuentes escritas,
sobre todo de personajes y profetas conocidos, que se acompañaban de las
tradiciones orales que recopilaban recuerdos conservados en Judá, y
transmitidos por los repatriados que regresaban del destierro. Con todos estos
materiales, el autor quiso redactar en Jerusalén, una historia orientada a transmitir una enseñanza
religiosa acomodada a la época de sus lectores inmediatos; sobresaliendo la
figura de David, que desempeña en estos libros un papel análogo a Moisés en el
Pentateuco. Podemos hablar de una sacralización de la historia donde se
presenta al Rey David como el prototipo ideal de monarca que ha convertido
Jerusalén en una ciudad santa a la vez que ha dado a Israel todas sus
instituciones cultuales, en plena coherencia con la Ley.
La fidelidad a la Ley no es algo opresivo, sino
que llena el corazón de gozo interior y profundo, y además, es fuente de
esperanza; porque las instituciones políticas podrán desaparecer, pero las
religiosas permanecerán siempre. En la redacción de estos libros se insiste,
una y otra vez, en la presencia de Dios en medio de su Pueblo y en la ciudad
Santa, porque Dios siempre está con los suyos, sobre todo en los momentos
difíciles, como por ejemplo en el asedio que sufrió Jerusalén durante el
reinado de Ezequías.
Otro aspecto es la retribución personal:
Dios premia siempre al que obra bien y castiga al que obra mal; recordando que
el destierro es una fase histórica a la que sucederá una nueva etapa, donde el
pueblo gozará de la misma protección que tuvo durante el reinado de David. Es
decir, que la enseñanza del cronista, aunque no es perfecta, está cargada de
esperanza.
En 1 y 2 Crónicas se prepara la Revelación del Nuevo
Testamento, según la cual Dios se ha hecho verdaderamente presente en medio de
su pueblo y de toda la humanidad, mediante la encarnación de su Hijo
Jesucristo. Jesús es así el nuevo David, que ofrece en sí mismo el verdadero
lugar del encuentro con Dios, no sólo a los judíos, sino a todos los hombres.
ESDRAS Y NEHEMÍAS:
Ambos libros están relacionados entre sí y tienen una gran semejanza de
estilo con los libros de las Crónicas. Antiguamente se presentaban unidos, pero
posteriormente los comentaristas cristianos los dividieron en dos, de acuerdo
con su contenido. Estos libros se ocupan sólo de los episodios más
sobresalientes que tuvieron lugar en la reconstrucción religiosa y civil de
Judá, durante el tiempo en que ésta formó parte del imperio persa.
Se distinguen tres partes:
I-
Reconstrucción
del Templo (Esd.1,1-6,22)
II-
Misión de Esdras: instauración de la Ley (Esd.1,1-6,22)
III- Misión de
Nehemías: reconstrucción de la ciudad
(Ne1,1-13,31)
De todos los datos que muestran los libros de Esdras y Nehemías se
deduce, que el redactor del libro ha unido unas memorias ya existentes de
Esdras y otras de Nehemías, escritas en primera persona, recogiendo a la vez
datos de otras fuentes -como la correspondencia
en arameo con los reyes persas o las listas de los repatriados- presentando los hechos con un orden que
refleja más intereses doctrinales que cronológicos. En realidad, hoy se
considera como lo más probable, desde el punto de vista histórico, que Nehemías
realizase misiones en Jerusalén entre
los años 445 y 424 a.
C. y que Esdras llegase allí en el 398 a. C.
Nehemías habría restaurado la muralla de
Jerusalén, organizado social y económicamente Judea, y fortalecido la identidad
y unidad de los repatriados, mediante la renovación del pacto con Dios al
estilo del Deuteronomio; urgiendo, a la celebración del Sábado y prohibiendo
algunos matrimonios mixtos. Esdras, en cambio, habría llevado la Ley y la habría impuesto como
Ley del Estado para todos los judíos. Nehemías y Esdras representarían dos
momentos distintos y sucesivos en el desarrollo de la comunidad judía de
Jerusalén y su relación con la diáspora, como etapa de la restauración de la
vida social en Judá después del exilio; formando parte de un proyecto unitario
de Dios -aunque su realización tuviera
lugar en diversos momentos- durante el
reinado de varios monarcas persas.
El libro une, a través de unas genealogías,
la población existente que llevó a cabo la restauración, con aquel pueblo que
había vivido en el desierto y en esa tierra, mostrando que el Israel de la época persa y griega es el
mismo de antes, el Pueblo de Dios. La continuidad que subrayan estos libros es un elemento
fundamental de su enseñanza, ya que ofrecen un testimonio acerca del modo en
que Dios conduce la historia de la salvación, avanzando y progresando al paso
del tiempo, haciendo surgir respuestas nuevas a diversas situaciones, pero
manteniendo fuertes lazos con la fidelidad de sus orígenes. A partir de las reformas de Esdras y
Nehemías, la pertenencia al pueblo no está unida a habitar en un territorio
concreto o proceder de él, sino a tener una ascendencia determinada -de ahí la importancia de las genealogías- y a someterse a una ley.
Estos libros a la luz del Nuevo Testamento,
se interpretan sobre todo en sentido espiritual, buscando en la acción de
Esdras un anticipo de lo que Jesucristo
realiza en su plenitud: así como Esdras instruyó en la Ley de Moisés al Pueblo de
Dios, Jesús enseñó esa ley llevándola a la perfección. Por eso, Esdras y
Nehemías sólo deben ser vistos y leídos como una etapa preparatoria y
transitoria hacia la
Revelación del Nuevo Testamento, que da un fundamento de la
situación religiosa y la forma de pensar
del pueblo judío -centrada en la Ley- en la época en la que vivió Cristo y surgió la Iglesia.
TOBÍAS:
Aunque a la Iglesia le llegaron tres
redacciones distintas del mismo libro de Tobías, reconoció como canónico el
texto griego. Éste se divide en las siguientes partes:
·
I-Desgracia y oración de Tobit en Nínive y de Sara en
Media (1,1-3,17) Se habla de dos
familias de judíos a los que ha golpeado la desgracia a pesar de su fidelidad a
Dios. El Señor decide socorrerles enviándoles al arcángel Rafael.
·
Viaje de Tobías a Media acompañado del Arcángel
Rafael (4,1-10,14) El Ángel acompaña a Tobías sin que éste le reconozca.
Periplos del viaje y encuentro y matrimonio con Sara.
·
III-De nuevo en Nínive. Curación y últimos días de Tobit (11,1-14,15)
Tobías, aunque parece un libro histórico es más bien una “novela
ejemplar” que puede encuadrarse en el género de “narrativa sapiencial”. Es una
narración compuesta con el fin de exhortar a aquellos judíos a confiar en Dios,
a alabarle, a practicar las obras de misericordia entre ellos y a mantener la
identidad judía, tomando como esposas a mujeres de su misma raza. El autor
sagrado quiere dejar constancia de cuál es la verdadera sabiduría de un judío
piadoso en la diáspora y cómo ha de comportarse ante Dios, cara a la ley y en
las relaciones familiares. La idea que domina en el libro es que Dios protege a
los justos y les salva de las desgracias que puedan sobrevenirles, si recurren
a Él con una oración sincera; ejerciendo su protección por medio de sus
ángeles.
También nos muestra que la forma de actuar
de Dios no es, a primera vista, perceptible para el hombre; ya que incluso las
desgracias, permitidas por el Señor, tienen una finalidad que no se descubre al
momento, sino al final de la historia cuando la Providencia actúa en
la vida de cada familia y de cada individuo. Dios conduce al hombre por el
camino de la vida, y el hombre colabora con Dios en la medida en la que pone
los medios a su alcance para llevar a cabo sus proyectos nobles. Al hombre no
se le pide que entienda el sentido de sus desgracias, sino que recurra a Dios y
se ponga en sus manos, sin caer en la desesperación.
A la luz del Nuevo testamento, se ve el
paralelismo entre la enseñanza del libro de Tobías y la de Jesucristo, aunque
el Señor la complementa al recordarnos que Dios sabe todo lo que necesitamos
antes de pedírselo; y sólo debemos ocuparnos en la búsqueda del Reino de Dios,
que es lo verdaderamente importante. También el Nuevo Testamento confirma la
acción de Dios a través de los ángeles, como emisarios de misiones
determinadas.
JUDIT:
Es uno de los
llamados libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento, porque sólo se
conserva el texto griego. El libro es un canto a la esperanza en Dios, que no
se olvida de su pueblo, y que interviene en su favor cuando es invocado con
rectitud de intención. Su género literario tiene elementos comunes con el
midrás y la apocalíptica.
Se divide en dos partes:
·
I-Desgracia y oración de Tobit en Nínive y de Sara en
Media (1,1-3,17) Se habla de dos
familias de judíos a los que ha golpeado la desgracia a pesar de su fidelidad a
Dios. El Señor decide socorrerles enviándoles al arcángel Rafael.
·
Viaje de Tobías a Media acompañado del Arcángel
Rafael (4,1-10,14) El Ángel acompaña a Tobías sin que éste le reconozca.
Periplos del viaje y encuentro y matrimonio con Sara.
·
III-De nuevo en Nínive. Curación y últimos días de Tobit (11,1-14,15)
Judith no es un libro histórico en el sentido que lo entendemos hoy en
día, ya que su particular género literario está lleno de elementos simbólicos:
la ciudad de Betulia, que resiste heroicamente, es símbolo de todo Israel;
Judith -que significa la judía- personaliza al pueblo entero que se enfrenta
sólo con su fe y su confianza en Dios a sus poderosos enemigos -simbolizados en
Nabucodonosor y su lugarteniente Holofernes-. La redacción del libro de Judith
habría que situarlo hacia la segunda mitad del siglo II a. C. en la persecución
de Antíoco IV Epífanes y la revolución Macabea.
La clave teológica del libro se encuentra en
la oración de Judith: el que ha querido seducir a Israel llevándolo a la
idolatría, es seducido y vencido; en cambio ,los que son cumplidores de sus
compromisos con Dios pueden contar siempre
con la fidelidad del Señor como punto de apoyo. Judith simboliza la fe,
mientras que Holofernes es prototipo de la fuerza, y de esta manera el libro
invita a pensar, según la lógica de Dios, que elige la flaqueza del mundo para
confundir a los fuertes sin renunciar a la necesidad de nuestra colaboración.
La tradición de la Iglesia tuvo a Judith
como tipo de María, que venció a Satanás al recibir en su seno al Hijo de Dios.
También el libro es un ejemplo de la providencia de Dios que no abandona a su
pueblo, y observa en Judith un modelo de diversas virtudes como son: el coraje,
la castidad, la oración confiada a Dios…es decir, un prototipo de las virtudes
que deciden vivir los que se dedican a Dios.
ESTHER:
Con este libro
se cierra el grupo de tres libros, de amable lectura y llenos de sentido
religioso, que siguen a los de Esdras y Nehemías. Este libro se lee en las
sinagogas en Purim, que es una fiesta popular que los judíos celebran con
banquetes e intercambio de regalos.
Todo el argumento del libro se sintetiza en
la narración del sueño de Mardoqueo, que figura al principio del libro, y que
se explica al final de él. Narra la historia de cómo Dios escuchó las oraciones
de su pueblo y lo salvó del grave peligro surgido por una persecución que sus
enemigos habían suscitado contra él. Eso lo hizo Dios guiando suavemente los
acontecimientos con su providencia ordinaria. El relato se estructura de la
siguiente manera:
I-
Esther convertida en Reina (1,1-2,18)
II-
Mardoqueo y Amán se enfrentan (2,19-3,6)
III- Decreto de
exterminio de los judíos (3,7-15 a)
IV-
Los judíos claman a Dios (3,15b-4,17kk)
V-
Mardoqueo se impone sobre Amán (5,1-6,14)
VI-
Dios salva a su pueblo del exterminio (7,1-10,3 a)
VII- Epílogo
(10,33-3b)
El libro ha tenido un largo y complejo proceso de composición, que ha
dado algunas diferencias entre los manuscritos de este texto. El núcleo central
del libro evoca alguna persecución sufrida por los judíos, que el autor sagrado
supo convertir en una hermosa narración que sirviera para instruir al pueblo en
la perpetua fidelidad de Dios, que nunca abandona a los suyos, dejando
constancia de la importancia de la oración en la búsqueda de la ayuda divina,
sin que se ahorre a los fieles el esfuerzo que les corresponde; mostrando así
una fe vigorosa que no se arredra ante la adversidad. Es un libro que nos habla
de esa Providencia que muchos advierten como casualidades; sin embargo,
aquellos que contemplan los sucesos de cada día con fe y confianza en Dios, obtienen
una visión más amplia que reclama, a su vez, un compromiso decidido para
colaborar con la acción de Dios y trabajar por la justicia. La fe de Esther y
Mardoqueo es una fe vigorosa que no se arredra ante los problemas; demostrando
que la confianza en el Señor no es un refugio para una actitud cobarde, sino
valentía para tomar decisiones comprometedoras al servicio de Dios.
A la luz del Nuevo Testamento, Esther es
también considerada como prototipo de la Virgen María. La dignidad real de la
heroína hebrea, la grandeza de su alma y la eficacia de la mediación ante el
rey, han sido los motivos de esta tipología que ve en las valientes mujeres del
Antiguo Testamento, la imagen de María en su entrega a la Redención.