13 de enero de 2013

el regalo del Bautismo

Evangelio según San Lucas 3,15-16.21-22.


Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios



COMENTARIO:


 
  Lucas nos deja traslucir, en su Evangelio, los momentos tan cruciales que se vivían en Israel, donde cada uno de sus miembros esperaba la llegada del Mesías, considerando que estaba próxima; por eso no debe extrañarnos que le preguntaran a Juan, con insistencia, si era él el enviado de Dios para liberarles.

  Como comento siempre que medito la actitud del Bautista, es increíble su ejemplo de humildad, de rectitud; porque, tal vez, cualquiera de nosotros hubiera aprovechado las circunstancias del error ajeno, en beneficio propio. No digo que afirmáramos pero, quizá, tampoco lo hubiéramos desmentido; ya que hacerlo significaba menguar uno mismo en beneficio del otro. Pero Juan sabe que se ha encontrado con el Hijo de Dios, y ante ello sólo falta someter la voluntad para cumplir, no lo que uno quiere, sino lo que dispone el Señor. Y Jesús quiere ser bautizado como uno más de nosotros.

  Esa actitud es una demostración infalible de la importancia que tiene el Bautismo para la persona humana. San Juan bautiza en agua, llamando a la conversión de los corazones, como imagen del posterior bautismo que llevará a cabo Cristo al derramar su sangre por nosotros; sangre que nos limpia del pecado y nos infunde en al alma el Espíritu Santo. Y es ese, el verdadero tesoro de la vida sacramental. Ya san Pablo nos recordaba que si no fuera por el Espíritu seríamos incapaces de responder a la llamada divina; de tener la fuerza para, libremente, escoger a Dios sobre todas las cosas. Por eso, el Sacramento del Bautismo es el regalo más grande que se nos hace desde el cielo, ya que nos permite alcanzar la dignidad de hijos de Dios al ser injertados en Cristo y correr por nosotros la Gracia de su divinidad; ya que en Él y a través de Él, nos deificamos.

  Cuando meditamos esos momentos en los que Dios nos revela los medios necesarios para llegar al lugar del que nunca debimos partir, a mí me parece increíble que sigan existiendo familias que retardan la recepción del Sacramento para sus hijos o, simplemente, lo ignoran en aras de una libertad mal entendida que no se respeta en otras parcelas de su formación. Por que cuando antes preparemos la tierra para recibir la semilla; antes surgirán los frutos deseados. Quizás deberíamos preguntarnos si esas muestras de violencia entre menores en las escuelas, no vienen precedidas del hecho de haber sacado a Dios de las familias, las aulas y los colegios. Tal vez sería el momento de hacernos preguntas sin tener miedo a aquellas respuestas que pueden comprometernos la vida.